Encuentro al amanecer
Esta mañana he asistido, con mis viejos prismáticos, a un bonito encuentro.
Con los primeros rayos del amanecer, dos cornejas (Corvus corone) se han reunido en las ramas altas de un viejo y blanquísimo abedul, ya desnudo. Con un metro de distancia entre ambas al posarse. Poco a poco, la corneja que estaba situada más abajo ha comenzado a subir, salto a salto, hasta colocarse a unos diez centímetros de la otra. Esta, que ya se estaba acicalando para "engrasar" (limpiar e impermeabilizar) su plumaje, ha empezado entonces a espulgar a su compañera, que iba cambiando de postura, enderezándose o encorvándose, orientando a su amiga a picotear entre los hombros, la nuca y la parte alta de la cabeza, allí donde no llegan solas.
Han sido cinco minutos de ternura, con sus plumas azabache lanzando destellos dorados donde más tarde serán metálicos.
Tras unos suaves y felices agr agr, abriendo la cola en abanico y alargando el cuello como un urogallo en su cantadero, se han despedido con un beso, o eso me pareció, como deseándose un bonito día, cuídate, luego nos vemos. Un leve roce de sus picos fuertes y sensibles antes de que se lanzaran al nuevo día y perdiera sus siluetas en el lienzo de la ladera norte, aún oscura, hacia la niebla que cubría el valle, entre sábanas todavía.
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